Cuando el francés asomó por el túnel del Reale Arena fue un suceso, una de esas apariciones de las que uno espera quién sabe qué acontecimientos
Un partido está lleno de promesas. Pagamos una entrada o encendemos la tele con la esperanza de que se hagan realidad, pero nadie la asegura y muchas veces no se cumplen. Salvo cuando un Super crack se apodera de la escena y atrae las miradas, las expectativas, las ilusiones de los suyos y el terror de los rivales. Suelen ser una garantía.
Cuando Remiro descubrió el engaño ya era tarde. La eliminatoria había terminado. Mbappé sabe esperar. Recostado sobre la izquierda , parece ajeno al partido hasta que un balón lo convoca y, entonces, como perro al que le tiran un hueso, arranca con decisión y entusiasmo para mostrarnos un repertorio riquísimo.